Iba, entre miradas sosas, por los pasillos de la facultad, buscando la salida. Era remanente la necesidad de tomar aire. Purificarse y evitar el vacío que la consume paradójicamente, ya que es lo que aparenta desear.

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El mundo, si se quiere, le dice cómo se ve y cómo está sin que ella emita palabra alguna. La universidad es un templo muy grande en donde podés perderte entre los tuyos. Pero, lo suyos… A veces se le complicaba,

Juli sólo quería saborear un mentolado. mientras evitaba el horrible sonido interno de sus entrañas por el hambre y las náuseas que le causaba. El estrés de la última instancia la aniquilaba.

Extrañaba mucho a Rosa, también. <<Rosa, la maravillosa>> Pensó. Qué le diría Rosa si supiera que ya no va más a las sesiones de terapia, allá en Avellaneda. <<Rosa, Rosa. ¡Ay, Rosa! ¿Por qué me dejaste?>>

Es cíclico su comportamiento ante la imagen de Rosa, pues no puede evitar referenciarla. Juli construyó una asociación tremenda con cada canción y lugar de la Ciudad que le recordaba a aquella dulce señora. Sus picarescas palabras se le venían a la mente cuando en Spotify sonaba Sinatra.

<<Vas a salir de esta>>

<<Ojalá, Rosa.>> Pensaba, aunque se callaba. En cada sesión el silencio era inminente debido a la timidez de la joven, por lo que la profesional se encargaba de llevar a cabo el resto. Su dinámica de opuestos complementarios funcionaba a la perfección. Todo marchaba bien hasta que Rosa decidió marcharse.

Ante esto, las nauseas volvieron. Juliana necesitaba una calma porque temía lo peor, Así que, se dirigió hasta el otro extremo de la Ciudad. Su cabello olía a tabaco, sus ojos se encontraban medio desorbitados, pero, aún así, andando más torcida de lo normal, logró subirse al colectivo.

La joven, con las manos un poco temblorosas, se limpió con un poco de alcohol en gel. Ahora sus dedos se camuflaban en el aroma de la vainilla. Absorbió esto, respirando profundamente.

Esto. Sus escapadas ante la incertidumbre de la vida misma son parches. Como le decía Rosa, los parches sirven y van mutando, pero nunca son la solución. En ese momento, no venían mal,

Las palpitaciones le bajaron y tomó el celular para abrir Spotify en el rato de viaje que le quedaba.

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Los llamativos edificios de la gente acaudalada de Buenos Aires llamaban su atención. Entró en un trance en el que la música conformaba parte de su realidad, en donde Juliana era la protagonista de una comedia romántica que iba a encontrarse con su amor, escapando del resto del mundo. Sin embargo, sus fantasías no eran suficientes para completarla.

Bajó en Cabildo y Juramento casi sin darse cuenta. Su mente la guió. Ella siempre hacía lo primero que pensaba, dejando a Juliana sin derecho a decidir sobre sí misma,

Lo que pasa es que estaba él.

Luca trabajaba en una disquería en las cercanías del Barrio Chino. Era un hombre un poco mayor que ella, pero no por mucho. Le llevaba dos años y se complementaban muy bien.

Corrió hasta la esquina porque él se encontraba en el kiosco.

Un poco agitada por la corrida, y, otro poco por los nervios, decidió enfrentarlo.

—Hola,